jueves, 8 de octubre de 2009

42 años de ausencia, de presencia, de lucha...


Carta de Julio Cortázar tras la muerte del Che
Literatura.org
1967

París, 29 de octubre de 1967

Roberto, Adelaida, mis muy queridos:
Anoche volví a París desde Argel. Solo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadilla, comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirando esas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos cables y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones. Entonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiempo de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del télex y lo que pasa con las palabras y las frases. Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperadamente. La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible. El Che ha muerto y a mí no me queda más que silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié este texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sé cuánto querías al Che y lo que él significaba para ti. Aquí en París encontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuenta palabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como sin uno pudiera sacarse las palabras del bolsillo como monedas. No creo que pueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no. Lisandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me importa; en todo caso tu sabrás lo que siento. Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficina donde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del buen vivir en una organización internacional. Y todo esto que te cuento también me averguenza porque hablo de mí, la eterna primera persona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces. Recibiste, espero, el cable que te envié antes de tu mensaje. Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, a todos los amigos de la Casa. Y para ti también es esto, lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.

Che

Yo tuve un hermano.

No nos virnos nunca
pero no importaba.

Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.

No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.

Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida. Hasta siempre,

Julio

miércoles, 19 de noviembre de 2008

NOVIEMBRE





“VIVAN LAS MARIPOSAS…!”

Noviembre caluroso y pegajoso. Apesumbra. El fin de año cerca como monstruo con sus garras viniéndose sobre nuestras espaldas. Quejidos de la vida que se oyen más cerca cuando los sopla el viento cálido de este año que muere implacablemente.

También era noviembre cuando murió Minerva Mirabal, la “mariposa” revolucionaria de República Dominicana, la isla Española, junto a sus hermanas Patria y María Teresa. Muertas a palazos, asesinadas por la dictadura de Trujillo en 1960.
Pedro Mir es un poeta dominicano que escribió sobre su asesinato, desde la hondura de una indignación activa, potencialmente victoriosa a pesar de su nacimiento sangriento, que me atravesó mis núcleos de certezas, de pobres convicciones apenas salpimentadas por siglos de intelectualidad. Allí estaba la vena sangrando de todo aquello en lo que creo.


AMEN DE MARIPOSAS


Pedro Mir

Primer Tiempo
Cuando supe que habían caído las tres hermanas Mirabal
me dije:
la sociedad establecida ha muerto.
(Lapislázuli a cuento de todo emblema ruidoso
mentís en A referido a un imperio en agonía
y cuanto ha sido conocido desde entonces
me dije
y cuanto ha sido comprendido desde entonces
me dije
es que la sociedad establecida ha muerto)
Comprendí
que muchas unidades navales alrededor del mundo
inician su naufragio
en medio de la espuma
pensadora
y que grandes ejércitos reconocidos en el planeta
comienzan a derramarse
en el regazo de la duda
pesarosa
Es que
hay columnas de mármol impetuoso no rendidas al tiempo
y pirámides absolutas erigidas sobre las civilizaciones
que no pueden resistir la muerte de ciertas mariposas.
Cuando supe que tres de los espejos de la sociedad
tres respetos del abrazo y orgullo de los hombres
tres y entonces madres
y comienzo del día
habían caído
asesinadas
¡oh asesinadas!
a pesar de sus telares en sonrisa
a pesar de sus abriles en riachuelo
a pesar de sus neblinas en reposo
(y todo el día lleno de grandes ojos abiertos)
roto el cráneo
despedazado el vientre
partida la plegaria
¡oh asesinadas!
comprendí que el asesinato como bestia incendiada
por la cola
no se detendría ya
ante ninguna puerta de concordia
ante ninguna persiana de ternura
ante ningún dintel ni balaustrada
ni ante paredes
ni ante rendijas
ni ante paroxismo
de los progenitores iniciales
porque a partir de entonces el plomo perdió su rumbo
y el sentido su rango
y solo quedaba en pie
la Humanidad
emplazada a durar sobre este punto
escandaloso
de la inmensidad
del Universo
Supe entonces que el asesinato ocupaba el lugar del
pensamiento
que en la luz de la casa
comenzaba a aclimatarse
el puerco cimarrón
y la araña peluda
que la lechuza se instalaba en la escuela
que en los parques infantiles
se aposentaba el hurón
y el tiburón en las fuentes
y engranaje y puñal
y muñón y muletas
en los copos y de la cunas
o que empezaba entonces la época rotunda
del bien y del mal
desnudos
frente a frente
conminados a una sola
implacable definitiva
decidida victoria
muerte a muerte
¡Oh asesinadas!
No era una vez
porque no puedo contar la historia de los hombres
que cayeron en Maimón
y Estero Hondo
a unos pocos disparos de Constanza
en el mismo corazón del año 1959
puesto que todo el mundo sabe que somos el silencio
aun en horas de infortunio.
No era una vez porque no puedo contar la historia
de este viejo país del que brotó la América Latina
puesto que todo el mundo sabe que brotó de sus vértebras
en una noche metálica denominada
silencio
de una vértebra llamada Esclavitud
de otra vértebra llamada Encomienda
de otra vértebra llamada Ingenio
y que de una gran vértebra dorsal le descendió completa
la Doctrina de Monroe.
No contaré esta historia porque era una vez no la primera
que los hombres caían como caen los hombres con un
gesto de fecundidad
para dotar de purísima sangre los músculos de la tierra.
La espada tiene una espiga
la espiga tiene una espera
la espera tiene una sangre
que invade la verdadera
que invade el cañaveral
litoral y cordillera
y a todos se nos parece
de perfil en la bandera
la espiga tiene una espada
la espada una calavera.
________________________________________
Pero un día se supo que tres veces el crepúsculo
tres veces el equilibrio de la maternidad
tres la continuación de nuestros territorio
sobre la superficie de los niños adyacentes
reconocidas las tres en la movida fiebre
de los regazos y los biberones
protegidas las tres por la andadura
de su maternidad navegadora
navegable
por el espejo de su matrimonio
por la certeza de su vecindario
por la armonía de su crecimiento
y su triple escuela de amparo
habían caído en un mismo silencio asesinadas
y eran las tres hermanas Mirabal
¡oh asesinadas!
entonces se supo que ya no quedaba más
que dentro de los cañones había pavor
que la pólvora tenía miedo
que el estampido sudaba espanto
y el plomo lividez
y que entrábamos de lleno en la agonía de una edad
que esto era el desenlace de la Era Cristiana.
________________________________________
¡Oh dormidas!
¡oh delicadas!
qué injuria de meditar.
El mes de noviembre descendía sobre los hombros
como los árboles aún debajo de la noche y aún
dando
sombra.
¡Oh eternas!
El péndulo palpitaba las horas del municipio
y el pequeño reloj destilaba en silencio gota a gota
veinticinco visiones de una día llamado noviembre.
Pero aún no era el fin
¡oh dormidas!
aún no era el fin
no era el fin
________________________________________
Segundo Tiempo
Cuando supe que una pequeña inflamación del suelo
en el Cementerio de Arlington
se cubría de flores y manojos de lágrimas
con insistencia de pabellones y caballos nocturnos
alrededor de un toque de afligida trompeta
cuando todo periódico se abría en esas paginas
cuando se hicieron rojas todas las rosas amarillas
en Dallas
en Texas
me dije
como era presidencial
el nuevo mes de noviembre
ya millones de seres tocaron lo imposible
ya millones de seres ya millones de estatuas ya
millones
de muros de columnas y de máquinas
comprendieron de súbito
que el asesinato
no ha sido
ni un fragmento de minuto
calculado solamente para las cabezas semicoloniales
y sustantivas
de las tres hermanas Mirabal
sino
que este inédito estilo de la muerte
producto de las manos de los hombres
de manos de hermanos
(para todo el siglo)
muerte sana y artesana
(para todo el mundo)
provista de catálogo
(para todo el tiempo)
de numero de serie o serial number
y venida de fuera o made in usa
fría inalterable desdeñosa desde arriba desde
entonces
esta muerte
esta muerte
esta muerte
asume contenido universal
forzosamente adscrita a la condición
del ser humano
en cuyo espectro solar figuran todas las formulas
personales
y todas las instancias puras
del individuo
tal
como va por la calle
como habitante de la ciudad con todo su derecho
como
continuador esencial del índice de población o séase
representante manufacturero indiferente agente de
seguros repartidor de leche asalariado guarda
campestre administrador o sabio poeta o portador
de una botella de entusiasmo etílico donde están
convocadas todas las palabras
ciclamen platabanda metempsicosis
canícula claudia clavicémbalo
cartulario venático vejiga
trepa caterva mequetrefe
primicia verdulero postulante
palabras todas sustitutivas
palabras pronunciables
en lugar de presuntas actitudes
y todas las maldiciones y protestas
y las posiciones geométricas igual
que la rotura del sentido igual
que la rotura de una biela igual
que el desgarrón de la barriga igual
mente todo desquiciado y ron
pido todo maligno y amargo
todo reducido a sombra
y nadidad y oscuridad
y estadidad
palabras mentirosas llenas
de contenido impronunciable
y desechos de organismo
de cualquier muchacha igual
que de cualquier cochero igual
que el choque de la portezuela
del catafalco igual
fue esta universal investidura de la que no esta exento
nadie nadie
ni yo
ni tu
ni nosotros ni ellos ni nadie
podridamente nadie
nadie
desde el mismo momento que fueron golpeadas
ciertamente
profesionalmente
maquinalmente
tres de las hermanas Mirabal
hasta llegar
en punto
exactamente
al
fin fin fin
de la Era
Cristiana
________________________________________
(Oigamos
oigamos
esto retumba en el
más
absoluto silencio
muchas unidades navales en todos los océanos inician
su hundimiento después
de deglutir los archipiélagos
de miel envenenada
grandes ejércitos destacados en la entrada del mundo
comienzan a reintegrarse
a sus viejos orígenes
de sudor y clamor
en el seno de las masas
populares
en el más
en el más categórico y el más
absoluto
silencio)
________________________________________
Porque
hay columnas de mármol impetuoso no rendidas al tiempo
y pirámides absolutas erigidas sobre las civilizaciones
que no pueden resistir la muerte de ciertas mariposas
y calles enteras de urbes imperiales llenas de transeúntes
sostenidas desde la base por tirantes y cuerdas de armonía
de padre a hija de joven a jovenzuela de escultor a modelo
y artilleros atormentados por la duda bajo el cráneo
cuyas miradas vuelan millares de leguas sobre el horizonte
para alcanzar un rostro flotante más allá de los mares
y camioneros rubios de grandes ojos azules
obviamente veloces
que son los que dibujan o trazan las grandes carreteras
y transportan la grasa que engendra las bombas nucleares
y portaviones nuevos de planchas adineradas invencibles
insospechablemente unidos al rumbo del acero y del petróleo
y gigantes de miedo y fronteras de radas y divisiones aéreas
y artefactos electrónicos y máquinas infernales dirigidas
de la tierra hacia el mar y del cielo a la tierra y viceversa
que no pueden resistir
la muerte
de ciertas
mariposas
porque la vida entera se sostiene sobre un eje de sangre
y hay pirámides muertas sobre el suelo que humillaron
porque el asesinato tiene que respetar si quiere ser respetado
y los grandes imperios deben medir sus pasos respetuosos
porque lo necesariamente débil es lo necesariamente fuerte
cuando la sociedad establecida muere por los cuatros costados
cuando hay una hora en los relojes antiguos y los modernos
que anuncia que los mas grandes imperios del planeta
no pueden resistir la muerte muerte
de ciertas ciertas
debilidades amén
de mariposas

También conocidas como "Las Mariposas", Patria, Minerva y María Teresa fueron brutalmente asesinadas el 25 de Noviembre de 1960 por mandato de Trujillo, mientras se dirigían a Puerto Plata a visitar a sus esposos que estaban encarcelados. Bélgica (Dedé) es la única hermana sobreviviente. Desde entonces, el 25 de noviembre se ha denominado Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, en reconocimiento a la memoria de estas tres grandes mujeres dominicanas. Hoy la provincia de Salcedo lleva el nombre Hermanas Mirabal.

lunes, 18 de diciembre de 2006

LAS CIGUAPAS


“Pero hace ganas de morir y llueve”. (Giribaldi)
¿Es desdén por la vida o demasiada pasión? Simple locura, dirán los insensibles, los cualunques, los simplones que no pueden ver más allá de la noticia: “…los jóvenes tenían entre 20 y 25 años. El primer cuerpo fue hallado por el cuerpo de buzos de los Bomberos en Blanco Encalada y Vidal, alrededor de las tres de la tarde; el segundo, a las 17, en Encalada y Miñones; el tercero, una hora y media después, en Encalada y Húsares. Según los relatos de los padres, los buzos continuaban la búsqueda de otro joven que los acompañaba. No fue un accidente –sorprendió el vocero de la Federal–. Eran unos jóvenes que se hacían llamar “La banda de los exploradores nocturnos” y se metían en las alcantarillas para recorrerlas como aventura. Recorrían hasta el arroyo Vega. Esta vez se metieron a eso de las 22.30, los agarró el pico de la tormenta y no pudieron salir.” Domingo 18 de diciembre de 2006.
No tuvieron suerte –hay que reconocerlo- pero los pibes gustaban de la aventura en los túneles mojados. Ellos creían que allí podían encontrar pistas reveladoras sobre los misterios de la vida.
Creían en el lobizón, la luz mala, los brujos macuñí, la Salamanca, las brujas, el basilisco, el Trauco, el cuco, el diablo, la Difunta Correa, Drácula y sobre todo en las Ciguapas, que eran extrañas mujeres salvajes que vivían en los subsuelos de la ciudad vestidas solamente con largas cabelleras, con los pies al revés, que dejan huellas contrarias a su rumbo y un corazón cazador. De ellas se dice que embrujan, aman y luego matan.
No es difícil presumir, en consecuencia, que en su travesía por los sumideros, hayan sido sorprendidos por las extrañas mujeres, y que los muchachos al verlas hayan quedado paralizados ante su extrema hermosura.
Se cuenta que entraron al submundo citalino, utilizando cuerdas que luego llevaban anudadas a la cintura entre ellos, y que aparecieron cortadas a dentelladas.
¿Qué otra cosa queda por pensar? No son sirenas, pero se asemejan en lo maléficas. Han relatado apariciones de las ciguapas en varias esquinas de Buenos Aires, y de ese barrio, Belgrano, originando enamoramientos veloces en conductores desprevenidos, que finalmente estrellaban sus autos redondamente contra semáforos y plátanos. Estas historias han sido confirmadas por vecinas insomnes, principalmente en verano, cuando es más común que la veteranía y el sopor del calor, lleven a los balcones a algunas mujeres. Ellas, se saben, son inmunes a sus poderes, pero el encantamiento descubierto puede dejar ciegas a las observadoras indiscretas y en algunos casos, tartamudas.
Los padres niegan totalmente la historia, temiendo que otros intenten hacer lo que sus hijos. Se sabe que en la juventud, las aventuras se comparten, no se cuentan. Pero hay más integrantes de la “Banda de los exploradores…” que a pesar de haber juramentado silencio y lealtad, callan y miran el piso con terror en la mirada, al mencionar el mito de las ciguapas.
Las primeras ciguapas llegaron en un barco que venía de Rca. Dominicana, “El Morisco”, allá por el 1805. El barco en verdad era español, pero había sido destinado al transporte de mercaderías y esclavos. Cuando llegó al puerto, no quedaba ningún tripulante vivo. Las crónicas del Almirante que anotaba en su Diario de Navegación dieron noticia de que “los primeros habitantes de La Española tenían piel menos oscura que los de otras islas y tierra firme; que su pelo se parecía al de los canarios y que su color de piel era “cobrizo”; no canela, ni negro: cobrizo, color del cobre y hablaba de la existencia de mujeres taínas, aunque en estado selvático, testimonio de los indígenas escapados: las ciguapas. Su modo de vida huraño, guarecidas en cuevas cercanas a los ríos, descuidadas, con el pelo descompuesto, que podían ser vistas en los montes... con los pies para atrás, engañando a sus perseguidores, eran especies de sirenas terrales, que embrujaban y mataban”. Temía ser atrapado por ellas.
En la Buenos Aires colonial, ya existían acueductos, que conectaban directamente con el puerto. Allí vieron descender del barco esa misma noche, mujeres como las descriptas, que rápidamente se internaron en los laberintos subterráneos de la ciudad.
Aún ahora, descuidados peatones son jalados hacia su mundo, en cualquier esquina, atribuyéndose esas desapariciones a remolinos de agua, en días lluviosos. Pero los muchachos de Belgrano, sabían perfectamente cuál es la verdad, y con una valentía medieval, decidieron salir en busca de pruebas sobre la existencia de las malas féminas.
¿Llevarían talismanes? ¿Tendrían como dicen, un perro de seis dedos, que sería el único animal capaz de atraparlas? ¿Estarían deseosos de ser enamorados y morir bajo su encanto?
Enterrados en las aguas, estos chicos tal vez sean los últimos héroes que tomó la ciudad para vengar el inalcanzable recuerdo de su propia e invadida intimidad.

sábado, 9 de diciembre de 2006

CELEBRACIONES

Anoche fui al cumpleaños de mi amiga Fabiana. Cumplió los mismos años que yo… Lo que de primera impresión, nos ubicaría en la misma generación. Ambas somos tan diferentes y sin embargo con un cariño entrañable que nos une sin remedio, afortunadamente.
Vino a invitarme hace unos días, y yo con mi reticencia a salir de casa, sólo hice un tibio amague de no ir, y ya me puso una cara de pucheros que me dio en la peor conciencia… ¿cómo amagarle al cariño?, pensé. Y allí estuve. Presente en su fiesta.
No puedo decir que esté orgullosa de mi soledad, ya que alguien por allí dijo que no se le perdona la soledad a la gente. Las únicas soledades que se respetan son las de los escritores y los pescadores. Son soledades “políticamente correctas”, el resto son cuestionadas sin descanso.
Me costó salir como desde hace un largo tiempo. Cuando se me agotaron las excusas, no tuve más remedio que partir. Allí estaba ella, hermosa, muy feliz. Los años (y el divorcio) la han hecho florecer con una irreverente belleza, y si bien siempre fue de minifaldas y taco aguja, ahora está más linda. Tiene la sensualidad de los cuarenta, del “ya cumplí: con la vida, con mi esposo y con mis hijos, ahora llegó mi turno”.
Habían muchos amigos, algunos no los conocía, ya que hacía dos años que no iba a su cumpleaños por no encontrarme en esta ciudad por esos días.
Cenamos mientras miraba mi reloj y el celular, dando la pésima impresión de estar esperando una llamada para salir corriendo. (En verdad esperaba una llamada que nunca llegó, pero esa es otra historia). Eramos un grupo de unas veinte personas. Todas dentro del mismo rango de edad. Las mujeres, la mayoría divorciadas, con sus nuevas parejas a las que tomaban del brazo con inusitada pasión. (Yo desentonaba, incomoda).
Luego llegaron algunos hombres solos, amigos desconocidos para mí y allí Fabiana me presentaba (guiños de por medio) como “y ella, es mi amiga Lili, SOLTERA” o “y aquí te presento a Lili, que está SOLA”, lo cual me divirtió mucho. Tener el apellido SOLA seguido a mi nombre. Como una marca, como un designio, como una identidad sugerente.
Me hubiera gustado conocer las impresiones de un hombre cuando le presentan a una mujer apellidada SOLA. Qué situaciones se le atraviesan como relámpagos. Si acaso piensan que es la puerta de la aventura, la posible madre de sus hijos de fin de semana (si son divorciados), la felina que los hará volver a la pasión juvenil, la diosa del sexo que esperaban, una pobre mina, una mina “que por algo será que está sola…”, no lo se.
Fabiana no dijo nunca “Fulanito de tal, SOLO”… sino nombres: Ricardo, o Juan…. o Roberto. Pero sin apellidos. Ya que los hombres no tienen marca. Ni estado civil. Son siempre disponibles.
Con el correr del tiempo comencé a sentirme más incómoda y algo aburrida. Nunca fui el alma de ninguna fiesta, pero en verdad no me gusta bailar. La música de los ’70 taladraba mis oídos y los recuerdos que comentaban, no tenían nada que ver con mis propios recuerdos. Hablaban de sitios antiguos de baile y franeleo que por supuesto nunca conocí… Y fue inevitable sentir nostalgia por mi propia juventud sin mayores diversiones, una juventud que se pasó entre reuniones políticas luego de la vuelta a la democracia, pintadas callejeras, movilizaciones pidiendo por la libertad de los presos, militando en los barrios, en la universidad y luego tempranamente, el matrimonio con un viejo mito setentista, militante perseguido y cuadro revolucionario de los movimientos vanguardistas que fueron el centro en la mira del golpe de estado de 1976.
(Mi ex esposo, es el padre de mi amiga Fabiana. No requiere mayores explicaciones esto).
Luego comenzaron a bailar… fue cuando busqué otros rumbos, escapándome en medio del estruendo de los Bee Gees, de Village People, que se yo, Roxette y muchos más de los ochenta.
En el living, el ambiente era el de los jóvenes, sus hijas y amigos, que en verdad conozco más y compatibilizo bien con ellos. Allí hablamos de cosas que tienen más que ver conmigo, arte, música, libros. Me dijeron que era hippie, porque estaba vestida con ropa hindú y pañuelo en la cabeza, con una onda parecida a la ellos, artistas todos. Salimos a la calle a ver una “luna hippie” también, amarilla y enorme. Y nos reimos juntos.
Por la ventana del living que daba al patio, veíamos como bailaban la cumpleañera y su troupe. Frente a lo cual, hice un comentario sobre lo que antropológicamente significaba el baile, como danza previa al apareamiento, como sistema corporal de movimientos tendientes a seducir al otro. Otra vez reimos.
Cuando agonizaba todo, llegaron los refuerzos. La murga de la escuela popular de teatro, compañeros de la hija mayor de Fabi, con sus instrumentos, sus trajes raros, sus peinados rebeldes y su olor a vino y cannabis, tocando en la vereda el cumpleaños feliz, para horror de vecinos y caminantes que rapidamente cerraron sus puertas bajo siete llaves, persignándose, presumo.
Fue inevitable sentirme bien con ellos…. Allí estaba también Fito, un uruguayo que conozco bien, y que trabaja en las esquinas de una avenida, haciendo malabares con pelotas y una nariz roja. Y otros artistas, simpatiquísimos, de los que no escatiman abrazos y besos, acostumbrados como están a dar sonrisas. Me alegraron la noche, desparramando su polvo de estrellas y bailando al son de sus tamboriles.
Matias, con sus rastas largas, patria libre de una liberada sociedad de piojos y Riki, y muchos otros artistas que se toman en serio la vida, desestructurándola y rearmándola con más bondad.
Fue suficiente para espantar a los viejitos como yo, que desde sus sonrisas medio fingidas, (me parecieron), tomaron sus sacos y carteras y comenzaron a despedirse.
Fue la segunda etapa de la fiesta. Allí ya me sentí mejor. Todo se estiró hasta las 6 de la mañana más o menos, y me vine a casa con Paulita, que estaba feliz con tanta locura artística que no conocía de cerca. Fascinada con los tambores y los malabares de pelota.
- Mamá, quiero estudiar teatro- me despachó.
- Ya veremos, hija. Ya veremos...

lunes, 4 de diciembre de 2006

CARGO DE CONCIENCIA

Esta noche no duermo.
La santidad me esta acabando. Antes tenía un hombre a mis espaldas. Que dormía.
Antes, él estaba allí y me molestaba que estuviera, porque debía oir música con auriculares, porque las horas de la noche pasaban y sabía que amanecería con sus reproches, a veces hablados, a veces mirados, a veces intuidos. Y yo, sonrisas sin explicaciones. (soy así). Besos, que no alcanzaron para evitar ver cómo hacía sus maletas, una mañana. Uno sabe hasta dónde soporta, le dije. No puedo ayudarte con eso.
Pero mentí.
Descaradamente, ya que uno siempre puede ayudar para que el otro no soporte, sino goce con placer de la vida común. A pesar de las puteadas diarias por las frustraciones compartidas.
Pero elegí mentir, Dejar que se evaporara como lluvia caída la verdadera razón de su partida.
Ahora puedo escuchar música con el volumen libre. Y quedarme despierta, escribiendo totalmente desnuda. Ya no hay ningún hombre en mi cama, celoso de mis fantasías, acribillándome la espalda con sus ojos, deseándome en silencio, durmiéndose con el sonido de mi tecleo interminable.
Temía sus reproches, pero en el fondo me elevaba tan lejos cuando los hacía, que quedaba chiquito, ronroneando, inspirándome sólo ternura. Descendía cuando terminaba, y lo besaba, condescendiente con su nulidad para acercarse a mi alma.
En la soledad de mi cuarto o en la inmensidad de mi cama, no es difícil sentir que le debo algo. A veces tengo estos arranques de querer saldarlo todo, de aclarar discusiones viejas o de dar explicaciones sobre malentendidos antiguos. Entonces hago llamadas, preguntando por personas o amigos perdidos en la vida. Y los dejo extrañados con esas apariciones fantasmagóricas.
El hombre que dormía a mis espaldas se fue y ya no puedo ubicarlo. Solo espero que me haya perdonado.

DESPISTES

Hoy me levanté optimista. No podría develar la clase de aventuras que tuve ayer. Ya que mi madre es la primera en leerme. Luego las contaré.
Además de sacudir el polvo y las telarañas de mi cuarto, luego de dos días de ausencia y un par más de desgano, me decidí a buscar empleo. ¿Lo necesito? No más que hace un año, o dos. Pero siempre me sedujo la sensación de ser seleccionada y luego ver. Decir que no, gracias, en la mayoría de las ocasiones.
Escribí una carta de esas, donde pongo lo idiotas que serían si no me contrataran y que no sé como se las han arreglado sin mí, todo este tiempo. En verdad, siempre funciona.
Pero no quiero trabajar. A pesar de que ahora estoy en una etapa de búsqueda de experiencias loables, me parece que un empleo fijo, de esos de salir diariamente no está tan bueno. La emoción duraría poco, y el consuelo solamente sería el salario. Agregándole a mi vida, más preocupaciones que alegrías.
Así, que al menos envié un mail, tengo el otro por la mitad, y estoy aquí, escribiendo. Que al final es lo único auténtico que me da alegría.
Paula está terminando las clases en el colegio. Ya pasó al curso siguiente. Pero aún debe rendir un examen definitorio de ciencias naturales. Ella está en ese momento de inflexión, hacia fin de año. Fue duro, pero al fin creo que siente que valió la pena.
Ya estamos planeando nuestra escapada al mar. En tren esencial, no de veraneantes mediocres, con bronceador y pareo, sino en plan de madre e hija, buscando lo que nunca perdimos. Sentirnos únicas y unidas. Compartiendo la emoción de un viaje solas.
Queremos ir a un lugar no turístico. Algún sitio de pescadores, con un pueblo pequeño, donde podamos sencillamente caminar, pescar y estar juntas. Ella, la adulta, está preocupada por elegir un lugar donde no haya ningún ciber, para no tener que arrancarme de él. Además, hoy me escribió algo re dulce, una cartita de esas que de vez en cuando le salen, y me derritió. Lo más importante que me dijo, fue TE AMO, y lo siguiente “… ENCONTRÁ UN NOVIO Y RÁPIDO…” (Sonó a deseo de navidad). AMEN.


martes, 28 de noviembre de 2006

EL ORO ES ROJO





Edmundo Becerra, le cuenta a su mujer que en unos días más, el nueve de noviembre irá a Lima al Ministerio de Energía y Minas, con los otros campesinos del Frente de Defensa del Medio Ambiente.
Edmundo Becerra es veterinario, vive en Yanacanchilla Baja, en Cajamarca, Perú. Allí él es el presidente de la Comisión de Agua Potable y también integrante de las Rondas Campesinas. Se oponen a la mina de oro “El Solitario” de la norteamericana Yanacocha, que le estruja las tripas a las montañas de Cajamarca y les mata la vida con sus aguas llenas de cianuro. Ya no hay peces, los animales no tienen piel, los niños estan enronchados.
- Esto tiene que terminarse… mis tierras no las tendrán- sentencia Edmundo.
Acaricia la cabeza de su hijito de cuatro años y sale a cuidar sus animales, sus amigos. Por ellos también está peleando.
Entretenido está esa mañana, del primero de noviembre, cuando se le acercan dos campesinos de poncho, con sombrero, con cara de cansados. Edmundo los saluda, y les da la mano. En ese mismo minuto, le descargan 17 disparos que le abren la carne, el costado, la cabeza, el cuello.
Los asesinos huyen.
Edmundo queda allí, boqueando bajo el sol de Yanacanchilla, ante el estupor de sus animales, muriendo, naciendo.
La mina había entregado su mensaje.
Con lágrimas, con mocos, con bronca, los familiares, los amigos, los campesinos de Yanacanchilla se despiden de Edmundo y escriben en papelitos:
Matar a un cholito no es nada para ellos… Yanacocha asesinos. Tu ejemplo nos da
fuerzas Edmundo. Creendo que son superiores ... hijoe'putas son. Éroe sos, cholito. Policías proyanquis. Viles, cobardes. Yanacocha tiñe de sangre los verdes campos de Cajamarca. Seguiremos defendiendo el agua. Venceremos, Edmundo. Corruptos, asesinos. Hermano, tu ejemplo de lucha permanecerá para siempre. Que Dios te tenga en su gloria
. Tenía razón la Madre Teresa cuando, a un periodista que le preguntó a quemarropa qué se sentía al ser aclamada santa por todo el mundo, le respondió: «La santidad no es un lujo, es una necesidad».
Edmundo Becerra murió el 1 de noviembre de 2006, día de todos los Santos.