martes, 28 de noviembre de 2006

EL ORO ES ROJO





Edmundo Becerra, le cuenta a su mujer que en unos días más, el nueve de noviembre irá a Lima al Ministerio de Energía y Minas, con los otros campesinos del Frente de Defensa del Medio Ambiente.
Edmundo Becerra es veterinario, vive en Yanacanchilla Baja, en Cajamarca, Perú. Allí él es el presidente de la Comisión de Agua Potable y también integrante de las Rondas Campesinas. Se oponen a la mina de oro “El Solitario” de la norteamericana Yanacocha, que le estruja las tripas a las montañas de Cajamarca y les mata la vida con sus aguas llenas de cianuro. Ya no hay peces, los animales no tienen piel, los niños estan enronchados.
- Esto tiene que terminarse… mis tierras no las tendrán- sentencia Edmundo.
Acaricia la cabeza de su hijito de cuatro años y sale a cuidar sus animales, sus amigos. Por ellos también está peleando.
Entretenido está esa mañana, del primero de noviembre, cuando se le acercan dos campesinos de poncho, con sombrero, con cara de cansados. Edmundo los saluda, y les da la mano. En ese mismo minuto, le descargan 17 disparos que le abren la carne, el costado, la cabeza, el cuello.
Los asesinos huyen.
Edmundo queda allí, boqueando bajo el sol de Yanacanchilla, ante el estupor de sus animales, muriendo, naciendo.
La mina había entregado su mensaje.
Con lágrimas, con mocos, con bronca, los familiares, los amigos, los campesinos de Yanacanchilla se despiden de Edmundo y escriben en papelitos:
Matar a un cholito no es nada para ellos… Yanacocha asesinos. Tu ejemplo nos da
fuerzas Edmundo. Creendo que son superiores ... hijoe'putas son. Éroe sos, cholito. Policías proyanquis. Viles, cobardes. Yanacocha tiñe de sangre los verdes campos de Cajamarca. Seguiremos defendiendo el agua. Venceremos, Edmundo. Corruptos, asesinos. Hermano, tu ejemplo de lucha permanecerá para siempre. Que Dios te tenga en su gloria
. Tenía razón la Madre Teresa cuando, a un periodista que le preguntó a quemarropa qué se sentía al ser aclamada santa por todo el mundo, le respondió: «La santidad no es un lujo, es una necesidad».
Edmundo Becerra murió el 1 de noviembre de 2006, día de todos los Santos.

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